La primera vez que leí sobre Miguel Sidrauski tenía yo catorce años y cursaba mis estudios secundarios cuando encontré entre los caídos en desuso libros de la reducidísima biblioteca que tenía ese centro educativo, un auténtico tesoro. Uno de esos pocos textos que son menospreciados por su brevedad, pero que cuando uno avanza en sus páginas algo en el interior de nuestras mentes cambia, muta, se eleva y vuelve a caer dejando una preciosa sensación de completud. Se trata del libro de Juan Carlos De Pablo: "Diéguez, Sidrauski y los Comienzos de la Licenciatura en Economía en la República Argentina".
Las primeras páginas no me tocaron del modo en que lo hicieron las de la mitad en adelante (en mi opinión De Pablo dejó lo mejor para el final), cuando empezó a tratar la vida de una auténtica mente maestra: Miguel Sidrauski. Voy a intentar ser lo más breve posible en mi descripción, remitiéndolos a la bibliografía correspondiente para ampliar dado que mi objetivo aquí es meramente introducirlos a la vida de esta luminaria.
Miguel nació en Buenos Aires y era de origen judío, siendo sus padres descendientes de polacos. Por esas situaciones de la vida, se quedó sin su padre siendo reemplazada esa figura por la de su padrastro. Llegado el momento de elegir la carrera dudó entre ser Contador Público (recomendación de su padrastro) o ser Licenciado en Economía (carrera que finalmente eligió, psicoanalíticamente tal vez en rebeldía hacia su padrastro). Fue de la primera camada de licenciados en economía, habiendo estudiado con el legendario fundador de dicha carrera en la UBA, Julio Hipólito Argentino Olivera; fue compañero de Diéguez, otra figura emiente de esta ciencia. Cierta vez Olivera describió la inteligencia de Sidrauski comparándola a un dardo y la de Diéguez, a un remolino (ambas mentes de primer nivel, sic). Continuó sus estudios en la Universidad de Chicago, en la que luego de corregir a un profesor de la casa éste lo tildó de genio en una reunión autoridades. Fue un ferviente investigador, dejándonos como legado excelentes trabajos (generalmente tan breves como brillantes) como por ejemplo: "Rational Choice and Patterns of Growth in a Monetary Economy" (trabajo que todavía intento entender, luego de dos años). Murió a la temprana edad de 36 años, tal vez víctima de un linfoma, dejando atrás a una mujer y a su hija y al mundo entero privado de su genialidad inigualable. Hasta el propio Milton Friedman lamentó su muerte, poniendo en luto a toda la Universidad de Chicago.
A los que nos gusta la matemática nos encanta descubrir patrones, aunque a los humanos en general también. Es una especie de acto reflejo. Habiendo dicho esto debo reconocer que el caso de nuestro querido "Sidra" me recuerda a los casos de Evariste Galois, Abel, Mozart y, más cerca de aquello de lo que era experto, al caso de Ramsey. ¿Será que estas mentes se autoprograman para brillar en forma prematura siendo autoconscientes de su cercana extinción? ¿Imaginan como hubieran afectado nuestra concepción del mundo de haber vivido unos cuántos años más?
Sin más, este es mi pequeño homenaje para esas mentes que no deberían irse nunca y quedan enterradas en forma espantosamente prematura, cuando deberían estar convulsionando a la humanidad con sus ideas. En este caso, especialmente, a Miguel Sidrauski, uno de mis role models.
Antes de olvidarlo, recomiendo también otro texto de De Pablo, cuya prosa es tan excelente como cautivante, esta vez escrito en conjunción con Domingo Cavallo: "Pasión Por Crear". Un autobiográfico del Dr. Cavallo a modo de entrevista, muy entretenido que también nos permite conocer más a fondo la figura de otro importantísimo economista de nuestra cartera.