Leyeron bien, la ilógica existencia de Dios. Ese ser supremo abstracto que ni siquiera podemos definir, fuente de adoración en cada rincón mínimo del globo bajo diferentes concepciones que no dejan de ser lo mismo con distintos matices e interpretaciones que le dan a las culturas su morfología irrepetible; ese al que tanto maldecimos cuando nuestros planes se salen de su cauce, cuando ocurren contingencias y cuando nuestras expectativas se destrozan, ya sea por causas universales derivadas de leyes de la físicas o por decisiones humanas que recaen directa o indirectamente sobre el resto de la especie.
Ahora bien, ¿existe? O, mejor expresado, ¿es posible que exista? En este primer post de los que espero sean muchos me dedicaré simplemente, para iniciar el fuego mediante ignición, a traer a la memoria un razonamiento de lo más excelso: el de Bertrand Russell. Estoy seguro de que muchos de ustedes conocen algo mínimo de él, pero para los iniciáticos le dedicaremos dos renglones: fue un matemático de la rama lógica y además filósofo inglés nacido en el siglo XIX pero que desarrolló su actividad en el XX que, entre otras cosas, ganó el Nobel en literatura.
Vayamos al grano ahora. ¿Qué dijo de interesante respecto de lo que tratamos ahora? Es bien conocido que Dios es OMNIPOTENTE (porque de otra manera no podría haber creado las cosas a partir de la nada). Esa palabrita que tanto se hartan de repetir los católico apostólico romanos en sus edificios de piedra y que genera ecos multidireccionados que aturden con aura mística significa, nada más y nada menos, que el señor Dios tiene la colección de TODOS LOS PODERES. Corríjanme si me equivoco: OMNI (el todo, todos, colección de todo lo conocido), POTENTE (poderoso, capaz, virtuoso); ahora bien, el todopoderoso, el todovirtuoso, debería contar entre la colección de todos sus poderes que, REPITO, son TODOS los imaginables sin exceptuar NINGUNO, con el poder de crear una piedra. ¿Sí o no? Claro que sí, pero una piedra especial. Una TAN PESADA que Él mismo no pueda levantar. ¿Suena lógico? Hasta ahora sí, veamos: ¿es un poder? Sí. ¿Dios es todopoderoso u OMNIPOTENTE? Sí. ¿Debería tener ese poder? Sí, si es Dios, sí. ¿Entonces qué pasa? Deja de tener el poder de levantar esa piedra que él mismo creó, por lo cual automáticamente se transforma en NO OMNIPOTENTE y destruimos el supuesto de que lo es, por lo cual nuestra lógica nos indica a secas que no es todopoderoso.
¿Y con esto qué? ¿Cómo? ¿No se dieron cuenta? Dios, que había pasado siglos siendo todopoderoso dejó repentinamente de serlo por imperio de la razón humana. Una criatura abstracta acaba de ser vencida por la fuerza del pensamiento, es decir, por la misma fuerza que en un principio lo creó.
Saludos, les veo en la próxima entrega de la crítica a la lógica de la existencia de Dios.