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El Espacio de Rinaldi

domingo, 3 de enero de 2010

El 2010, un déjà vu

Tasas bajas a nivel internacional, recuperación económica, buenas cosechas, expectativas inflacionarias en los agentes económicos son, entre otros, factores, algunos manifiestos y otros con altas probabilidades de presentarse que significan el preludio de un año que tendrá crecimiento y, en consecuencia, inflación por las características propias endógenas del modelo en el que se dará.
Como no he trabajado con cifras todavía no puedo estimar la tasa inflacionaria con gran precisión, pero, sin embargo, puedo perfectamente ubicar la tasa de crecimiento en torno al 4 por ciento y si nos basamos en experiencias anteriores, ante crecimientos ubicados entre el 4 y el 8 por ciento se correspondieron tasas inflacionarias de 0.25 a 0.35 (25% a 35%). Dicho esto, ubicándonos en un entorno casi idéntico (de no ser por la entrada al escenario del repudio público de las políticas gubernamentales), podemos esperar un comportamiento similar este año y prever una inflación en torno al 25%.
Las políticas monetarias seguirán por la misma senda de mantener un tipo de cambio controlado, asginando las reservas de 40 000 millones de U$S casi con exclusividad a dicha función. La emisión deberá ser manejada con cautela debido a que no se puede correr el riesgo de que la tasa de emisión supere la tasa con la cual la demanda monetaria la absorbe porque esto podría catalizar el proceso inflacionario estructural originado en el crecimiento (habrán notado que en esta última línea coincido plenamente con un fragmento de la teoría monetarista cuyas bases asentó Milton Friedman).
La política fiscal no vendrá con novedades este año y mantendrá el expansionismo como regla. Aunque se debe reconocer que hay desincentivos para la obra pública tales como conflictos políticos y regionales intensos que, al tratarse de un sistema politizado, afectan directamente las sumas giradas a dirigentes desde la Nación y concentra la obra pública en provincias y municipios que abiertamente apoyan el régimen; podría hablarse de un gasto público heterogéneamente distribuido, ineficiente, con escaso efecto multiplicador.
A fin de cuentas, el 2010 presenta un entorno confuso, desordenado, casi caótico, en el que muchas de las situaciones características de la teoría económica confluyen casi en forma paradójica alteradas por recortes de libertades, una maraña de subsidios y un abusivo control en los mecanismos del mercado. ¿Acaso no podría hablarse de déjà vu?

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